Vuelvo a revisar un tema que me parece importante, como es conseguir finalizar un primer borrador.
Cuando comencé a escribir, la idea de tener que hacer un primer borrador me molestaba. Aún así sabía que era un paso por el que tenía que pasar para obtener un texto medianamente aceptable. Mi concepción de lo que era un primer borrador cuando comencé a escribir es muy diferente de la que tengo ahora. Entonces un primer borrador significaba para mí un texto al que había que retocar algunas cosas, ya sabes, corregir las faltas de ortografía, reformular algunas frases para evitar anfibologías, quitar oraciones que no aportaban nada o se repetían, añadir alguna nueva para dejar claro algo que no estaba bien explicado... En definitiva, para mí un primer borrador era un texto casi acabado al que había que pasar una pulidora para dejarlo más decente.
Luego descubrí que no era así. Lo estaba haciendo mal. La primera idea no tiene por qué ser la única buena que aparezca en un texto. Descubrí que escribir significa reescribir. Y reescribir, a su vez, significa repensar.
Encontré algunos truquitos para escribir. Había varias técnicas para cada uno de los aspectos de la historia: cómo crear personajes redondos describiendo multitud de detalles de ellos como sus nombres, su pasado, sus gustos, sus miedos, sus ambiciones...; cómo hacer que una historia ocurra y no sea simplemente descrita; cómo los personajes podían utilizar objetos simbólicos; cómo describir los lugares en los que intervienen los personajes sin hacer pesadas listas; cómo evitar los tópicos/clichés; cómo controlar el ritmo de la narración; cómo escribir diálogos...
Multitud de técnicas que provocaron en mí un bloqueo por el que pasé bastante tiempo sin escribir. Un bloqueo que se produjo por mi mala concepción de lo que es un primer borrador.
El primer borrador seguía significando un repaso somero del texto. Y por tanto, cuando escribiera el primer borrador, ya debía tener en cuenta todas esas técnicas de las que había leído para que ya estuvieran presentes cuando hiciera aquel repaso que corregía algunas cosas.
Eso era dificilísimo. Conocer absolutamente todos los aspectos de la historia me resultaba imposible. Comenzaba a imaginármelo todo, a vivirlo, a saber cómo describir muchas de las cosas. Pero no lograba abarcar a pensar en todos los aspectos que debía tener en cuenta. Muchas veces al pasar al siguiente aspecto tenía que cambiar algunas partes de la historia. Y terminaba frustrado. Lo que yo quería era escribir. Es cierto que antes de escribir hay que pensar pero, desde luego, no hay que tener absolutamente todo ya pensado.
Tardé en darme cuenta. Lo más importante cuando escribes un primer borrador es sacar tu historia de tu cabeza y convertirla en palabras. El primer borrador debe hacerse sin artificios, sin técnicas, sin forzar nada. Solo derramar la historia en bruto en un papel. Y para ello hay que olvidarse de todas esas técnicas.
Una de las frases que más me gustan sobre esto es: debes permitirne no saber.
Aprendí que el primer borrador debe ser un montón de pasajes y acciones con descripciones largas, mal escrito y sin tener en cuenta la ortografía, utilizando todos los clichés que sean necesarios con tal de no detenerse en detalles que no se tengan muy claros y seguir escribiendo la historia, no parar, detallando cada habitación (si la veo clara en mi cabeza), cada pasado de cada personaje (si lo he imaginado)...
Y al final se consigue un montón de basura entre la que hay una historia sencilla, simple. Montones de basura que deben ser quitados del papel pero que son necesarios para que tú conozcas tu historia.
Puede parecer raro pero el primer borrador es un montón de basura.
Crear esos montones de basura son el primer paso para obtener la historia porque, aprendí también, una historia ha de crearse en varios pasos y no solo en uno grande; porque, al contrario de lo que pensaba, en realidad las historias no nacen en el primer borrador, sino a través de numerosas reescrituras.
Apendí que el primer borrador no es más que un marco sobre el que trabajar, y que si es difícil terminar un primer borrador, no lo es menos coger ese marco y reescribirlo una y otra vez porque reescribir conlleva tener que reimaginar toda la obra y esto lleva más tiempo y puede ser más difícil que conseguir el primer borrador.
Lo importante para dar el primer paso es terminar el primer borrador. El segundo paso consistirá en repensar la historia, recoger todas esas técnicas que quedaron a un lado durante el primer borrador y pensar cómo introducirlas en la historia para ir mejorándola: qué temas trata mi historia (cuáles puedo quitar y cuáles otros deben enfatizarse en la historia), qué personaje me sobra/falta, qué acción secundaria puedo integrar para darle más profundidad, qué personaje puede darme más juego del que tiene, cuál es la personalidad de cada personaje, qué partes deben ser descritas con más detalles, qué simbolismos puedo incluir para enfatizar ciertos aspectos...
Si hubiera tenido claro desde el principio un buen concepto de borrador, no hubiera perdido tanto tiempo, no hubiera dejado tantas historias a medias y no me hubiera agobiado en intentar introducir las técnicas aprendidas en cada borrador de cada historia.
El proceso de reescritura es más complejo. Por un lado está el repensamiento de toda la historia, sus personajes, sus tramas y por otro lado está la parte en la que básicamente hay que repasar las técnicas de las que disponemos, elegir aquellas que nos vayan a ser útiles e introducirlas en la obra. Sobre la reescritura hablaré en futros artículos.
Imagen | bing.com
Hemingway se refería de sus primeros borradores como "excrementos".
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