Seguimos ampliando las técnicas para crear tensión y que dejamos en el último artículo con Las dudas, para continuar con el porvenir de los personajes.
La versión más clásica de la presentación del futuro la podemos encontrar en las antiguas Tragedias. Concretamente en las profecías. Un oráculo, una bruja o un mago adivinan el futuro del protagonista. La predicción debe ser algo poco creíble, que diste mucho de la situación actual del personaje para que parezca imposible.
Con las profecías conseguimos que el lector quede atrapado esperando dos respuestas: ¿cómo va a evolucionar el personaje y la historia para llegar a lo predicho? y ¿se cumplirá la profecía finalmente o el protagonista cambiará el rumbo de su destino?
Otra forma de dar el futuro antes de tiempo es porque lo adelanta el narrador omnisciente, que sabe ya cómo va a suceder todo. Las revelaciones futuras del narrador pasan de las poco importante hasta las revelaciones poco concebibles hasta el momento.
Es común que se adelante que dos personajes que se odian acaben casándose o que el protagonista deberá reunir el valor suficiente porque su aliado no estará con él en el momento decisivo (dejando interrogantes en el lector como ¿el aliado muere antes de llegar al final? ¿el aliado lo traiciona? ¿o se ve impedido de llegar junto al protagonista?).
Los adelantos del narrador tienen por objetivo crear una de las cuestiones que ya hace la profecía: ¿cómo va a evolucionar el personaje o la historia para llegar a lo revelado?
Hay que tener cuidado con esta técnica porque puede ser síntoma de que la historia no está del todo bien construida. Es común en las series de televisión empezar por el final cuando el capítulo de turno no es muy fuerte y ocurren pocas cosas que mantengan al espectador atento. Igualmente, cuando leemos, un adelanto de este tipo puede significar que vamos a llegar a un pasaje poco o nada importante.
Debemos ser cuidadosos con introducir adelantos, no desvelar demasiado y crearle las suficientes dudas al lector para que siga enganchado esperando encontrar cómo evoluciona todo.
Imagen | bing.com
El porvenir
El futuro de la historia forma parte de la intriga de la propia acción. Saber cómo acabará todo o qué ocurrirá con un asunto secundario hacen que el lector esté pendiente del relato pero hay veces que algo de ese futuro se adelanta antes de tiempo para crear tensión y enganchar aún más al lector.La versión más clásica de la presentación del futuro la podemos encontrar en las antiguas Tragedias. Concretamente en las profecías. Un oráculo, una bruja o un mago adivinan el futuro del protagonista. La predicción debe ser algo poco creíble, que diste mucho de la situación actual del personaje para que parezca imposible.
Con las profecías conseguimos que el lector quede atrapado esperando dos respuestas: ¿cómo va a evolucionar el personaje y la historia para llegar a lo predicho? y ¿se cumplirá la profecía finalmente o el protagonista cambiará el rumbo de su destino?
Otra forma de dar el futuro antes de tiempo es porque lo adelanta el narrador omnisciente, que sabe ya cómo va a suceder todo. Las revelaciones futuras del narrador pasan de las poco importante hasta las revelaciones poco concebibles hasta el momento.
Es común que se adelante que dos personajes que se odian acaben casándose o que el protagonista deberá reunir el valor suficiente porque su aliado no estará con él en el momento decisivo (dejando interrogantes en el lector como ¿el aliado muere antes de llegar al final? ¿el aliado lo traiciona? ¿o se ve impedido de llegar junto al protagonista?).
Los adelantos del narrador tienen por objetivo crear una de las cuestiones que ya hace la profecía: ¿cómo va a evolucionar el personaje o la historia para llegar a lo revelado?
Hay que tener cuidado con esta técnica porque puede ser síntoma de que la historia no está del todo bien construida. Es común en las series de televisión empezar por el final cuando el capítulo de turno no es muy fuerte y ocurren pocas cosas que mantengan al espectador atento. Igualmente, cuando leemos, un adelanto de este tipo puede significar que vamos a llegar a un pasaje poco o nada importante.
Debemos ser cuidadosos con introducir adelantos, no desvelar demasiado y crearle las suficientes dudas al lector para que siga enganchado esperando encontrar cómo evoluciona todo.
Imagen | bing.com
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